1. Ve confiada, tranquila, serena. Y sin hacerte demasiadas ilusiones: sólo es un tanteo. Y una especie de oposición, en el que tú eres el tribunal examinador y él el candidato. Debes pensar que si no es el hombre de tu vida, tienes otros tropecientos mil en la puerta. Y si, por el contrario es tu Tarzán, tu serenidad y confianza le cautivarán.
2. Sé tu misma. Siento ser poco original, porque este consejo sale en todos los manuales de autoayuda, pero es de eficacia probada. No des una imagen forzada o idealizada de tí misma. Comportáte tal como eres y fíjate si él hace lo mismo. El cimiento de toda relación es la sinceridad.
3. Observa si te cede el paso, te acerca el asiento, te deja hablar primero. Si no eres para él lo primero, no te interesa. Si no te trata como a una princesa, comenzando por las más elementales normas de cortesía no vale le pena. Fíjate también si cuida el lenguaje o si es taquero y malhablado. El lenguaje es una radiografía de la persona.
4. No te quejes. A lo largo de la conversación no seas quejica, criticona, negativota. Ese rollo ahuyenta a los hombres. La fragilidad despierta su lado tierno y les hace sentirse protectores, pero el victimismo les provoca bostezos
5. Entérate si es un caballero. Sácale información y dosifica un poco la tuya. Entérate de si es caballeroso, optimista, delicado con las mujeres y leal con sus amigos… o si por el contrario es zafio, prepotente, machista o soberbio. Eso en un hombre sale en seguida: basta ver los temas que toca.
6. Cómo es su familia y como trata a su familia. Nada más rápido para calar a una persona que conocer su origen: familia, educación, padres, hermanos. Ahí está escrito el ADN de su vida. Y si trata bien a sus padres y hermanos, te tratará bien a ti.
7. No le enseñes todas tus cartas… ni el escote. Lo más atractivo para un hombre, incluso del siglo XXI, no es el canalillo sino el misterio. Por eso debes enseñar lo justo. Contar lo justo de tu vida, y mostrar lo justo de tu persona. Se trata de ser guapa, elegante, y atractiva pero nunca vulgar y facilona. Esgrime tus dos armas más poderosas: la coquetería (para tenerlo a tus pies) y el pudor (para pararle los pies).
8. Ponle de espaldas al reloj de pared del bar. Así puedes controlar el tiempo mientras le miras, sin necesidad de estar todo el rato pendiente de tu muñeca izquierda. Lo has captado: la idea es poner un límite: todo lo que pase de 2 horas, malo. ¡Es que noto que le gusto al chaval! Razón de más para dejarle con la miel en los labios
9. Déjate invitar. Aunque tú trabajes en un cogo-bufete de abogados y él esté de becario en la ‘facul’ de Químicas y no le llegue ni para pipas. Te servirá para calibrar cómo se comporta con el dinero y para dejarle claro que la que está en el pedestal eres tú.
10. Si te ha gustado, dale largas para la próxima cita. Ponle mil excusas: estoy de exámenes, tengo un viaje, estamos pintando la casa… hasta el mes que viene lo tengo todo lleno. No te apresures a mostrar tu entusiasmo, procura que no te salgan gallos de emoción o que te delaten otros gestos. Que sufra un poco. Si realmente ves madera en él, no se te ocurra bajar la guardia: muéstrate inaccesible y lo tendrás en el bote.
Estos diez consejos se encierran en dos:
Comprueba si él es un caballero y comportáte como lo que tú eres: una princesa.