Pero la unidad conyugal (uno más uno igual a uno) se basa en la diferencia sexual. La unión de un hombre y de una mujer es igual a uno; la unión de un hombre con un hombre es igual a dos hombres. La humanidad es el resultado de otra suma la de la masculinidad y la feminidad. El mundo no se divide en homosexuales y heterosexuales, sino en hombres y mujeres. Pero no porque lo digamos nosotros, el Papa o el Dalai Lamas sino porque lo dice la naturaleza.
Todo esto ha sido super-requete-evidente durante siglos y siglos y siglos. Pero ahora está un poco más confuso. Trataremos de clarificarlo con cinco obviedades. Y con un vídeo de Humanum, que viene a recordar que la unidad conyugal se basa en la diferencia sexual. Vamos con las obviedades.
Obviedad número uno: Hay chicos porque hay chicas. Y viceversa. La masculinidad y la feminidad son las dos dimensiones del ser humano, diferentes entre sí y, a la vez, referidas entre sí. Existen varones porque existen mujeres y viceversa. Son como la mano izquierda y la mano derecha, están referidas la una a la otra, como dice el filósofo Julián Marías. Y razona: no tendría sentido un mundo de manos derechas solas, o de manos izquierda solas. Imaginároslo por un momento ¿A que sería kafkiano y hasta grimoso?
Obviedad número dos: Una cosa son las tendencias y otras las identidades. Puede haber gente que tenga tendencia homosexual (por variados motivos: ausencia de la figura del padre, abusos en la infancia, heridas psicoafectivas, incluso factores culturales o de moda), y nos parece guay, que hagan lo que quieran, son libres y mayores de edad, pero una civilización no puede construirse sobre tendencias, sino sobre las dos únicas identidades que existen: de varón y de mujer. La humanidad no se divide en homosexuales y heterosexuales sino en hombres y mujeres.
Obviedad número tres: El matrimonio se basa en la diferencia sexual. Un varón podrá tener una tendencia homosexual, pero seguirá siendo un varón… incluso podrá operarse, pero seguirá siendo un varón. Y en una unión de dos tíos, uno podrá hacer de activo –caricatura del varón- y otro de pasivo –caricatura de mujer-, pero aquello no será nunca un matrimonio, sino una mascarada. En esa relación, las personas pueden darse placer, pero el placer no es el que define al matrimonio. Lo que lo define es la unión de cuerpos, unión enriquecedora porque son de distinto sexo. El matrimonio está fundado en la diferencia sexual: “no tengo lo que tiene el otro y esa ausencia me lleva hacia ese otro, y eso me enriquece, y nos da la posibilidad de llegar a crear (procrear) un tercer ser” (afirma el psiquiatra Tony Anatrella). Es metafísicamente imposible crear a otro ser consigo mismo. Por eso, Anatrella llama a la relación homosexual, relación de espejo.
Obviedad número cuatro: el matrimonio gay tiene poco recorrido. El gaymonio y, en general, la moda homoerótica que recorre Occidente como un extravagante fantasmón. Porque no es natural, porque no tiene futuro. La unión del hombre y de la mujer es lo natural y lo que tiene futuro. La unión de hombre y mujer es fecunda: engendra vida. El homoerotismo no es más que un espejo narcisista.
Obviedad número cinco: El matrimonio es la regla, la homosexualidad la excepción.- Eso explica que nunca en la Historia de la Humanidad se haya llamado matrimonio a lo que no lo era, ni se les haya reconocido derechos que no existían. Una cosa son las tendencias y las desviaciones, que se han dado en distintos momentos, como Grecia o Roma, y otra muy distinta el matrimonio. Esto último era la regla, la homosexualidad la excepción. Invertir los términos hubiera supuesto la desaparición de la raza humana. Porque ha habido matrimonio (ya sea por la Iglesia, ya sean uniones naturales) la humanidad ha llegado desde Adán y Eva hasta nosotros, sin extinguirse por el largo camino.
https://www.youtube.com/watch?v=8ZsjjH8euJE